Este año, dos series se inspiraron en la idea orwelliana de un mundo custodiado a distancia 24/7/365 y la llevan a nuestros días, donde la
omnipresencia de la tecnología y la hiperconectividad ya son parte importante
de nuestra vida cotidiana. Aunque a diferencia de lo propuesto en la novela "1984", estas
características ya no son vistas como elementos alienantes e intrusivos para
“el pueblo”, sino como algo aceptado, e incluso deseado, por las mismas
personas ¿Quién no ha caído en la tentación de publicar sus más nimias
actividades diarias? La vigilancia digital hacia las personas ahora se complementa
con la sobreexposición a través de las redes sociales, en una ecuación perversa
donde ambas llevan a una progresiva deshumanización. Person of Interest (EEUU) y Black
Mirror (UK) son series que abordan estas temáticas, tomando caminos
divergentes, pero complementarios para la
TV actual.
Person of Interest
Sobrevigilancia y justicieros urbanos
En Person of Interest (CBS), un excéntrico,
el señor Finch (Michael Emerson, o Ben Linus de Lost), ha desarrollado a pedido del gobierno
estadounidense una “máquina” que vigila EEUU (gringos egocéntricos) a través
de cámaras, identifica a la población por sus números de seguro social y la
clasifica en dos grandes grupos: personas de interés y personas de no interés.
Mientras las últimas son borradas de la base de datos, las primeras son
aquellas que se verán relacionadas a una acción terrorista o criminal que
compromete su seguridad, a lo más Minority Report.
Mr. Finch, un hombre millonario.
John Reese, un hombre super rico
El señor Finch vendió su
sistema al gobierno y ahora es millonario, pero se reservó una posibilidad de
acceso a la “maquina” y en un arranque de filantropía se ha asociado a un ex
agente de la CIA
quien supuestamente está muerto, John Reese (Jim Caviezel, Conde de Montecristo y
Cristo), para ayudar desinteresadamente a las personas de interés. Reese debe
entrar en contacto con el “blanco” para descubrir por qué esta en peligro,
evitar consecuencias fatales y obviamente enfrentarse al enemigo de turno. Puro
desprendimiento envuelto en un terno Armani.
La concreción de esta acción
justiciera recae solo en estas dos personas, que actúan al margen del sistema,
que ignora (y debe ignorar) por completo sus operaciones. En esto se hermana al
formato clásico de series de dos protagonistas que cumplen una parte pasiva y
una activa en la trama, respectivamente, aunque dependiendo de las
circunstancias sus roles se adaptan a ellas y se flexibilizan.
La máquina es más sapa que el teletipo de facebook
El interesante montaje de la
serie nos muestra secuencias de cámaras de vigilancia de la “máquina” donde
vemos lugares al azar y en los momentos álgidos de cada capítulo, los lugares
donde el caso se desarrolla. Si bien técnicamente es bastante logrado, es un
recurso que hasta ahora se queda en la insinuación, sin entregar una visión o fomentar una reflexión. Pero a favor de la serie debo decir que tampoco es algo que sus realizadores
busquen (esperemos que sólo por el momento). Ya vemos lo que pasó con la ópera
prima de J.J. Abrams, que apostó al misterio por tanto tiempo que terminó siendo
una gran decepción.
Hasta ahora PoI
ha sido un juego de ausencias. Sus personajes son un programador que tras
obtener el éxito ecónomico al que la sociedad aspira, se ha apartado de la vida
pública y un superhéroe protegido por la invisibilidad que le brinda su
supuesta muerte. Las acciones conjuntas del par configuran una microtrama que
la “máquina” no es capaz de ver, por el momento.
Y esto que es muy positivo tiene
un reverso en la ausencia gravitante de un trasfondo para esta dupla. La
intuición de una trama horizontal más interesante que aquella que involucra a
Reese siendo investigado por la
Policía es la que nos mantiene viendo PoI. Por ahora
disfrutamos con los muertos y los vivos que estos justicieros urbanos van
dejando a su paso cada martes a las 23:00 por Warner Channel.
Recapitulando, PoI es una típica
serie de acción con un formato clásico de tramas verticales resolutivas en cada
episodio. Aunque a ratos sea inverosímil que Reese sea tan seco, es muy ágil y
entretenida si no te pones exigente. Tiene un ligero barniz de actualidad y una
excelente factura, pero está lejos de revolucionar el formato de las series de acción.
Nuevamente, esperemos que sólo por el momento.
Black Mirror Episodio
1
“The National Anthem”:
Sobreexposición, redes sociales y escrúpulos*
*Contiene spoilers ¿Recuerdan ese gran disco llamado
Kid A que Radiohead lanzó el año 2000? ¿Recuerdan la canción titulada The National
Anthem? En ella, Thom Yorke cantaba en medio de una estruendosa música: “Todos,
todos están alrededor/todos están demasiado cerca/estoy tan solo” estrofa que de alguna forma anticipó la contradictoria situación de
las personas comunes en la inminente era de las redes sociales. Estas líneas dan en el clavo con la temática que aborda esta miniserie inglesa que conocí gracias a JNSP. Black Mirror (Channel 4) consta de 3 episodios autoconclusivos que exploran la alienación de la sociedad
actual y como esta se distorsiona tras las pantallas que nos conectan al mundo
y que nos acompañan desde que nos levantamos (ojo con la primera escena) y por
parte importante del día.
Este primer episodio mezcla el
fervor de las redes sociales con intriga política y dilemas morales. El
conflicto se inicia cuando la Princesa Susannah, la regalona de Inglaterra, es
raptada -S: y sus captores lanzan un video en Youtube en el cual piden como
requisito para liberarla con vida que el Primer Ministro, Michael Callow, realice
una acción tan insólita como chocante que debe emitirse para todo el país por televisión
abierta-. Esta información se filtra al público y ese es el verdadero comienzo
de la historia. No se preocupen, no he adelantado más de lo que se dice en los
primeros 5 minutos del capítulo.
A partir de esa premisa algo
inverosímil se construye un retrato sarcástico y levemente distópico de una
sociedad que no se aleja mucho de la realidad actual. Nos habla de como la
opinión pública, a través de las redes sociales obtiene una influencia feroz,
capaz de inclinar la balanza moral de un extremo a otro en minutos y a medida
que el episodio avanza. Es ironía en su máxima acepción la secuencia de la
reunión de pauta de un medio de prensa -S: que se debate entre informar, censurar
y obtener la mayor ganancia posible de esta situación. Ojo con la periodista
sin escrúpulos.-
UKN news: Está pasando, lo estás viendo
(Y @christianpino lo está twitteando)
Si al inicio sentimos distancia
con un cínico Primer Ministro que pregunta por el “guión a seguir” en esas
situaciones, mientras Susannah clama por su vida a través de una pantalla de
plasma, a medida que el episodio avanza sentimos pena por él. Porque
absolutamente todo el mundo está alrededor suyo y a la vez está tan solo. -S: Y
finalmente nos embarga la desazón más profunda al ver la resolución. Es
paradójico que no sepamos si es la terrible petición de los secuestradores o la
reacción de las audiencias frente a ella lo que nos da más nausea ¿Quién es el cerdo en esta historia? (Otro pensamiento orwelliano, gentileza de su libro "La Granja
de los Animales")-
¿Quién es el "cerrrrdo" en esta (otra) historia?
El primer episodio de Black
Mirror nos basta para notar que es una serie salvaje. Y aterradora, porque refleja
perfectamente a la masa cruel de la que somos parte: opinante, conectada, pero
irreflexiva y que al momento de expresarse por la red se muestra totalmente carente
de mesura. Es una serie que nos muestra lo peor de nosotros y nos los restriega
en nuestra cara. Black Mirror corre los límites de la televisión para quienes
hacen televisión y para los espectadores, literalmente, porque llegamos a un
punto en que es difícil seguir viéndola, la sufrimos, pero el mensaje lo vale así que la vemos igual.
No es anecdótico que al verla
haya sentido el mismo tipo de incomodidad y padecimiento que al ver la rutina
de Kramer en la Teletón 2011 (Chilena) ,
aunque en una proporción menor. A pesar de ser una detractora de Piñera y su
nueva forma de gobernars, de veras sentí lástima por Su Erselencia. Porque absolutamente
todo el mundo estaba alrededor suyo y a la vez estaba tan solo. Muchos criticamos
la rutina de Kramer, porque en comparación a las anteriores fue aburrida, pero valoramos
aquella mención suya al conflicto estudiantil.
Pero al ver Black Mirror comprendí que el acto de Kramer iba más allá de eso y agradezco que en vez de hacerme reír me haya dejado incómoda y cuestionándome un montón de cosas. ¿Que dirían aquellos que consideraron esa performance como una falta de respeto al ver Black Mirror? ¿Como actuaría nuestra sociedad si algo así pasara en Chilito? Apuesto a que no sería muy diferente. Sencillamente por eso que esta es una serie imprescindible para poder interpretar los tiempos actuales.
Pero al ver Black Mirror comprendí que el acto de Kramer iba más allá de eso y agradezco que en vez de hacerme reír me haya dejado incómoda y cuestionándome un montón de cosas. ¿Que dirían aquellos que consideraron esa performance como una falta de respeto al ver Black Mirror? ¿Como actuaría nuestra sociedad si algo así pasara en Chilito? Apuesto a que no sería muy diferente. Sencillamente por eso que esta es una serie imprescindible para poder interpretar los tiempos actuales.
Resumiendo, estamos ante una
ráfaga de viento fresco y atrevimiento que no necesita de una temporada de chorrocientos episodios para cuajar, lo que se agradece. Una serie cuyo primer episodio es
recomendado y necesario para gente con criterio formado. Espero ansiosa poder
ver (y me refiero a ser capaz de hacerlo, más que a conseguirme donde ver) los
dos capítulos siguientes. El primero puedes verlo subtitulado aquí. C
Está muy bien la crítica, pero encuentro que spoileaste demasiado black mirror. Precisamente lo más efectivo de la serie está en esos primeros cinco minutos desconcertantes. Vi el tercero y la historia es buenísima pero encuentro que le faltó una pizca de la mala baba del primer episodio.
ResponderEliminarEn esta misma línea yo incluiría Sherlock (BBC 1). Aunque está basado en las novelas de Conan Doyle, está sorprendentemente bien adaptada a estos tiempos de control social, redes sociales, cámaras de vigilancia, apps y mal gobierno, y recupera a unos personajes tan manoseados y cursis como Sherlock y Watson para volverlos totalmente fascinantes, sin llegar al tono caricaturesco del Sherlock hipeanabolizado y al Watson gay friendly de Guy Ritchie.
Paula:
ResponderEliminarGracias por tu comentario tan dedicado. Spoileé algo de Black Mirror, porque considero que es muchísimo más que su premisa inicial y el factor sorpresa del inicio: sus dardos van por la sátira y la provocación que se desarrollan de inicio a fin. Y podría haber escrito todo lo que pasa y aun así no sería tan impactante como verlo. Pero explicitaré que hay spoilers para la gente que no gusta de ellos.
Aún no he podido ver Sherlock, pese a que me la han recomendado mucho, por eso no la incluí. Por tu recomendación suena fascinante así que le pondré prioridad.
Saludos!!
C.