sábado, 24 de septiembre de 2011

Cass McCombs – WIT’S END (2011)

Si me dijeran que Cass McCombs es un nativo de la soleada California, tierra que ha inspirado temas desde la hermosa California Dreamin hasta la fome California Gurls, no me lo creería. Pero si me dijeran que es un juglar medieval que compone sus canciones oculto por una capa, a la luz de las velas en el rincón de una taberna, si que me lo creo. Porque este es un disco que viene impregnado por la fama de su autor, un tipo joven (34), enigmático y huraño, que ante el éxito de su anterior trabajo “Catacombs” (2009) se retiró (aún más) del ojo público hasta la publicación de su presente LP. Trabajo sobre el que se extendió en Stereogum.com a través de una entrevista que un periodista de ese medio le envió por carta, cuyas respuestas hizo llegar a aquél portal de música de la misma manera. 

Un disco oscuro para tiempos oscuros

En C  & F conocimos a Cass y a su quinto disco gracias a la canción County Line que particularmente me hechizó. Luego de reproducirla muchas veces seguidas, comencé a investigar: WIT’S END es descrito con adjetivos como “difícil”, “deprimente” y “oscuro”, lo que lo hace un caramelo tentador, pero peligroso como la manzana de Blancanieves. Aunque advertida de que puede ser un disco no apto para gente depresiva y de que nada en el resto del álbum sería tan accesible como County Line, emprendí el viaje... ¿Habrá sido tan así?





Una canción que da el puntapié inicial a este disco de atmósferas amortiguadas e instrumentación retro es 01.County Line. Cass sabe ser dolorosamente dulce y su voz fluye con sentimiento junto a los minimalistas acordes y no puedes menos que conmoverte con esta historia de amor no correspondido. Y es la única que posee video. En 02. The Lonely Doll, sus teclados desarrollan una sonoridad algo más luminosa y dulce que la de su predecesora, sin embargo, es bastante repetitiva, larga y termina aburriendo al no dar señas de algún cambio musical interesante. Una lástima, pues hay tanto amor en la instrumentación como en la creación de los personajes.



03. Buried Alive es la introducción a la sección más oscura del disco. Es una balada muy suave con acordes de órgano que le dan un aura religiosa y a momentos, inquietante. Pero más perturbadoras aún son sus crudas reflexiones: "If you cut a worm in two the other half will grow back" o "If I'm alive or dead I don't really care as long as my Soul's intact". En este espacio opresivo, el narrador se pregunta si es que acaso solo está despertando a algo nuevo. Más oscura que la anterior es 04. Saturday Song, la palabra clave para esta canción es fúnebre. Hermosamente fúnebre. La voz de Cass es más grave y uniforme, como si de un monólogo se tratase. Nuestro narrador evoca a su amada, a la vez que la brisa del exterior trae a su mente la cada vez más fuerte impresión de que está siendo traicionado y nada puede hacer. La música nos refuerza esta idea de impotencia al terminar la canción de forma abrupta.


Y llegamos a este hermoso tema titulado 05. Memory’s Stain (La mancha/marca de la memoria). Lo abre un teclado que le imprime tristeza y a la vez, vida al tema.  Un McCombs menos contenido, incluso vulnerable canta frases del tipo “Mírame ahora, no estoy mejor” que dedica como un mantra a alguien que ya no lo ama o que quizás nunca lo hizo, pero que (también) quedó marcado por esa relación. Cass concluye los coros y la canción con una frase fatal: “un ternero es fácil de marcar” y tiene razón, porque hay recuerdos que mantienen su hechizo sobre nosotros para siempre. Al final, la canción se extiende agonizante entre un teclado e instrumentos de viento, que invitan al oyente a reflexionar. Sublime y lejos, una de mis canciones favoritas del año.

"In my twenty-seventh year/ I set out to confront my fears/ 
And found the role of a lifetime/ You see, two plus seven is nine/ 
And the ninth card in the Tarot/ Is that Hermit I came to know/ 
In London I did deprave/ As if beyond the grave/ From my Hermit's Cave"

Más juglaresca es 06. Hermit’s Cave, cuya letra se inspira en temas como Numerología y figuras del Tarot, evocando referencias contemporáneas como el Club de los 27 (No puedo evitar pensar en Amy Winehouse con la primera estrofa). Comienza con énfasis en las percusiones, hasta que la simulación de un golpe le da un giro musical sorprendente y oscuro, quitándole monotonía y recordándonos que este es el mismo disco de 04. Saturday Song. Como su nombre lo dice, 07. Pleasant Shadow Song es sombría de una forma más amable. Habla del deseo anhelante de llegar a “un lugar que el tiempo no puede borrar, lleno de belleza y gracia”. Y te imaginas al intérprete como una especie de caballero medieval, viajando hacia su querida Beulah (Sión en hebreo), o lo visualizas como una persona que quiere ser digna de alcanzar la iluminación espiritual. Serena y hermosa balada de cuerdas y teclado.

"I've grown impatient/ For Beulah"

En 08. A Knock Upon the Door, Cass suena como si fuera una especie de chamán, atropellado e ininteligible, lo que se une a la instrumentación barroca del tema. Percusiones, cuerdas, instrumentos de viento (hasta una armónica) se entrelazan a lo largo de esta historia sobre la musa (la verdadera inspiración) que es traicionada por el autor, que ignora su llamada a la puerta (de ahí los dos golpecitos). Canción perfecta si durara la mitad, sigue siendo una delicia y la canción  más adecuada para cerrar este breve, pero profundo disco.


McCombs construye un universo amortiguado, lleno de citas y formado por canciones que parecen estar siendo tocadas en un pequeño ático bellamente decorado y siendo escuchadas tras una especie de pared. Imagino que lo protegen del exterior pesadas cortinas que absorben la luz y el sonido. Pero en este reducido espacio, un rayo de luz corta el aire y las pequeñas partículas de polvo resplandecen como el oro, metáfora de la belleza suspendida en el tiempo que posee este disco, tan decadente como revelador.

Cass, tírate un video

Este rayo de luz correspondería en el disco a la rica instrumentación, la estructura cambiante de sus canciones y la calidad interpretativa de Cass. Virtudes que permiten al  artista desarrollar temáticas oscuras sin oprimir demasiado. El disco es una reflexión de primera fuente acerca de la soledad humana, ya sea por desamor, auto-exilio, enfermedad y/o opresión. WIT'S END indaga en esas emociones y sentimientos que todos padecemos en algún momento, pero encuentra valor en ellos y exalta su belleza.


WIT’S END podría haber sido un fuerte candidato al disco del año, si no fuera porque en pos de contar historias, bellas canciones se extienden demasiado (específicamente 2, 4,y 8), agotando sus recursos hasta aburrir y desvalorizarse. Esto le quita aire a los mejores temas (específicamente 1, 3, 5, 6 y 7) y poder al conjunto, haciendo pesado escuchar el álbum de corrido. Creo que, en parte, a esto se refiere la etiqueta de “disco difícil”. Pero ¿que hace un juglar sino viajar por el mundo y contar historias?. A pesar de lo anterior, Cass McCombs creó un trabajo que está entre mis favoritos de este año. Veamos si con el inminente Humor Risk mejora la marca. C

Apreciación: 87,5/100

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