Gracias a la siempre acertada cartelera del Festival Cine UC (haciéndole propaganda a mi querida universidad por supuesto) hace una semana pude ver el preestreno (suponiendo que algún día la estrenen acá) de El Refugio, cinta dirigida por el siempre provocador Francois Ozon (La Piscina, El Tiempo Que Queda, 8 Mujeres).
Sólo tenía la impresión que tal como en otras películas de Ozon, las cosas pasarían entre franceses medio millonarios y posiblemente retrataría el universo femenino (una de las obsesiones del director) ya que recordaba haber leído que se trataba sobre una embarazada medio droga. La verdad es que la película me sorprendió bastante por varias razones.
Paul y Mousse inician la película drogándose |
Segundo, es difícil aventurarse a predecir hacia donde se dirige la trama, porque el director desarrolla a sus personajes de tal manera que nunca los conocemos en su totalidad. Son liberales, contradictorios, ambiguos e impulsivos, lo que sumado a un guión inteligente, ayuda a mantener el interés durante toda la película.
Mousse en un funeral chic |
Mousse y Paul |
Mousse carreteando |
Pasan unos meses y Paul, el hermano de Louis, viaja de vacaciones a España y hace una detención para visitar a Mousse, cerca de una playa al sur de Francia. Allí, descubre que ella continuó con el embarazo y vive en una casa que pertenece a un viejo que alguna vez fue su amante. Mousse se muestra agresiva hacia este vecino invasor que le recuerda a su amado e interrumpe su relajado estilo de vida. Mientras uno piensa que obviamente ellos se van a enamorar porque se muestra una evidente tensión, en una conversación con su tipo de los mandados (Serge), Mousse nos revela que su visita es gay. De hecho, al día siguiente lo encuentra junto a Serge en la cama y tienen un incómodo desayuno. Por su parte, Mousse no ha detenido totalmente su consumo de alcohol y drogas y se nos muestra como en la farmacia le venden sin mayor complicación jarabe de metadona (que dentro de todo es una alternativa menos dañina que otras drogas). De ahí en adelante, el director se adentra en la curiosa relación que surge entre Mousse y Paul, con una resolución que impacta por lo repentina y poco convencional, pero que no resulta tan extraña dada la personalidad de los personajes.
El Refugio no es una película para todo público ya que acá no hay explosiones, risas fáciles o una historia de amor predecible. Se aleja de las temáticas evidentes, sin mostrarnos un mundo positivo, ni de autosuperación, sino a personajes complejos que conviven con los cuestionamientos de la sociedad postmoderna que habitan. Mientras algunos lo encontrarán extraño, a mi me pareció un ejercicio interesante, maduro y distinto que vale la pena visitar si se tiene la oportunidad.
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