miércoles, 9 de febrero de 2011

El Refugio (Francois Ozon, 2009)



Gracias a la siempre acertada cartelera del Festival Cine UC (haciéndole propaganda a mi querida universidad por supuesto) hace una semana pude ver el preestreno (suponiendo que algún día la estrenen acá) de El Refugio, cinta dirigida por el siempre provocador Francois Ozon (La Piscina, El Tiempo Que Queda, 8 Mujeres).

Sólo tenía la impresión que tal como en otras películas de Ozon, las cosas pasarían entre franceses medio millonarios y posiblemente retrataría el universo femenino (una de las obsesiones del director) ya que recordaba  haber leído que se trataba sobre una embarazada medio droga. La verdad es que la película me sorprendió bastante por varias razones. 


Paul y Mousse inician la película drogándose
Primero, tiene esa característica narrativa muy francesa de mostrar a los personajes de forma lejana, casi con ánimo documental, en situaciones de moral dudosa pero sin caer en la tentación de abordarlos desde una perspectiva efectista y morbosa. Acá las cosas pasan y por muy turbias que parezcan sin mayores juicios de valor. 


Segundo, es difícil aventurarse a predecir hacia donde se dirige la trama, porque el director desarrolla a sus personajes de tal manera que nunca los conocemos en su totalidad. Son liberales, contradictorios, ambiguos e impulsivos, lo que sumado a un guión inteligente, ayuda a mantener el interés durante toda la película. 


Mousse en un funeral chic
Tercero, la sociedad francesa mostrada acá es impresionantemente liberal si la comparamos con la realidad chilena. Gran parte de las escenas de la película nos muestra alguna situación moralmente discutible desde un punto de vista más conservador como el nuestro. Claramente estamos a otro nivel  moral, lo que me obligó a pensar que aún falta mucho por evolucionar para poder llegar a tratar temas polémicos como el consumo de drogas, el aborto o la homosexualidad desde una perspectiva tan desprejuiciada. Un resumen de la primera parte de la película (a los que no les molestan los spoilers) les puede ayudar a hacerse una idea.

Mousse y Paul 
La película parte con una pareja inyectándose heroína, los cuales terminan intoxicados con consecuencias fatales para el novio,  Louis. La chica, Mousse, sobrevive y se le informa que está embarazada (acompañada con una muy cotidiana invitación a abortarlo en caso que lo desee). Luego, Mousse asiste al funeral de Louis, que tiene una familia supermillonaria. La madre, conversa con ella, informada sobre su condición y le manifiesta que la familia no desea un descendiente de Louis y le ofrece los servicios del médico familiar (todo esto bajo una educada y civilizada conversación). Mousse no se muestra del todo convencida pero se retira sin hacer mayores requerimientos a su ex suegra. Además, esta última le hace notar que la muerte de Louis se debió a la presencia de Valium en la heroína, cuestionando el por qué ella sobrevivió. 


Mousse carreteando

Pasan unos meses y Paul, el hermano de Louis, viaja de vacaciones a España y hace una detención para visitar a Mousse, cerca de una playa al sur de Francia. Allí, descubre que ella continuó con el embarazo y vive en una casa que pertenece a un viejo que alguna vez fue su amante. Mousse se muestra agresiva hacia este vecino invasor que le recuerda a su amado e interrumpe su relajado estilo de vida. Mientras uno piensa que obviamente ellos se van a enamorar porque se muestra una evidente tensión, en una conversación con su tipo de los mandados (Serge), Mousse nos revela que su visita es gay. De hecho, al día siguiente lo encuentra junto a Serge en la cama y tienen un incómodo desayuno. Por su parte, Mousse no ha detenido totalmente su consumo de alcohol y drogas y se nos muestra como en la farmacia le venden sin mayor complicación jarabe de metadona (que dentro de todo es una alternativa menos dañina que otras drogas). De ahí en adelante, el director se adentra en la curiosa relación que surge entre Mousse y Paul, con una resolución que impacta por lo repentina y poco convencional, pero que no resulta tan extraña dada la personalidad de los personajes.



El Refugio no es una película para todo público ya que acá no hay explosiones, risas fáciles o una historia de amor predecible. Se aleja de las temáticas evidentes, sin mostrarnos un mundo positivo, ni de autosuperación, sino a personajes complejos que conviven con los cuestionamientos de la sociedad postmoderna que habitan. Mientras algunos lo encontrarán extraño, a mi me pareció un ejercicio interesante, maduro y distinto que vale la pena visitar si se tiene la oportunidad.


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