miércoles, 21 de julio de 2010

Tokyo Magnitude 8.0


Antes del terremoto del 27 de Febrero, supe de la existencia de esta serie, con recomendaciones diversas. Bueno, no la vi, pero después del terremoto y cuando volví a retomar el interés por ver animé y escuchar música después de tal conmoción, me decidí. Pensé que haber vivido un terremoto de gran magnitud, de unos graditos más que el representado en la serie, me daría el punto de vista justo para poder apreciarla, analizarla y sentirla mejor.


Un punto a favor es que se trata de una historia realista, con una trama sencilla y acotada (palabra arquitectónica). Lo que en estos días se agradece. Lo siento, los 200 y tantos capítulos de Naruto son un factor algo desmotivante para personas deformadas profesionalmente con el lema arquitectónico y universal “menos es más”. En esta serie de Estudio Bones, Mirai y Yuuki son dos hermanitos quienes son sorprendidos por este terremoto que colapsa la ciudad lejos de su hogar, siendo el argumento principal su travesía de vuelta a casa a través de toda la devastación. No digo más porque el resto se puede encontrar en Wikipedia y además mata la sorpresa.


Pero porqué digo sorpresa, si lo que hace a esta serie increíblemente bkn es como pone su acento en los detalles mínimos que construyen cada día…el clima, la salud, las miradas, los silencios, tener sed, etc. Y como esto es sublimado por un suceso de tal envergadura: todo lo superfluo, las peleas sin sentido y las comodidades quedan atrás, dejando protagonismo a las emociones y los replanteamientos morales.

Podría agregar que en Chile el concepto mal entendido de “sobrevivir” llevó a actitudes deleznables, egoístas y acaparadoras. Pero en esta serie ese factor no es tan relevante debido a la idiosincrasia japonesa, que en la mayoría del tiempo nos muestra una masa pacífica, ordenada y cívica, donde los distintos agentes se movilizan de inmediato para paliar el caos. Ya, es una serie, pero no dudo que así vaya a ser. Debiéramos tomar nota de la experiencia nipona (parezco geólogo largamente ignorado diciendo esto). Esto no quiere decir que sea una serie planita o fome, pues tiene mucha acción y adrenalina en dosis perfectamente calculadas.



 

En TM 8.0 se genera una cadena perfecta entre lo emotivo, lo cotidiano, la incertidumbre y la acción. Elementos que se van alternando y construyendo un relato que se hace más intenso irónicamente a medida que todo se va “calmando”. De verdad, como diría cualquier Prof. de taller, “nada sobra ni falta”. La luz del sol, una planta, unos dibujos de niño son las cuentas de un trabajo de la más fina orfebrería y elementos llenos de significado.

Su giro final es muy sutil, delicado y emotivo. No quiero adelantar más, pero haber vivido el no saber si estabas lejos o cerca de perder a tus seres más queridos simplemente te desarma y te tiene con el corazón completamente entregado a ver la resolución final.



Lo más bonito de esta serie es que finalmente se trata del crecimiento personal a través del dolor provocado por una tragedia colectiva, de la valorización de lo realmente importante en desmedro del ego. Suena cliché y simple, pero así es. Esta reflexión suena de perogrullo para un suceso tan dramático, pero debo recordar que no fue la que primó en nuestro 27 F*. Ese es el valor de esta, en apariencia, pequeña historia. Concluyo que lo que parece más sencillo y obvio, en cuanto a ideas, es lo más difícil de conseguir, y esta serie es un ejemplo de eso.

Me es difícil destacar algún episodio o momento especial. Toda la serie es imprescindible. La recomiendo totalmente. De verdad, no decepciona si no se espera algo enfocado en el morbo. Más cerca de la historia de la mujer que no saqueó, de los vecinos que se apoyaban que a la “gran generosidad” mostrada por los rostros y multitiendas o las musicalizaciones trágicas chantas de los periodistas del Mega. C

*Cuento aparte, los medios capitalinos transmitieron esta idea en su forma más burda en todo tipo de programas y comerciales (pienso en eso y me da asco), y pronto la olvidó en pos de unas coterráneas que escalaron un muro motivadas por los celos y probablemente un estado alterado de conciencia.

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